¿Por qué soy violento(a) con mi hijo(a)?
- Adriana Ang
- 13 abr 2024
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 18 abr 2024

Existen muchas razones por las cuales una madre/padre puede llegar a ser violenta(o) con sus hijos(as). Muchas de éstas tienen su origen en la historia personal y familiar/social de la persona. Por un lado, no es responsabilidad única de una persona, pero es crucial tomar consciencia y llegar a un adecuado control emocional en donde gane la voluntad de tener una crianza respetuosa y el autocontrol.
Si en tu historia personal recuerdas abusos en tu infancia y adolescencia, como golpes, gritos o la ausencia de tus cuidadores, o si observaste y recibiste descontrol emocional por parte de quienes te criaron, hay una primera pista de tu propio descontrol emocional. Si sospechas de alguna situación especial, como algún trastorno no diagnosticado o alguna condición orgánica/física, considerarlo puede ayudar a entender las causas de tu falta de control.
Además de nuestra historia o circunstancia personal, hay muchas circunstancias externas que pueden afectar nuestra gestión emocional. Presiones económicas, ritmos acelerados en la vida diaria, exceso de actividades o responsabilidades, problemas familiares, ambientes laborales hostiles, “falta de tiempo” o de espacios personales, maternidad/paternidad temprana o no planificada, insatisfacción personal, desunión en la pareja, pérdidas (laborales, familiares o de bienes), etc., pueden desencadenar estados de ánimo desfavorables que afecten la gestión emocional.
Una vez que reconocemos que nuestras formas de crianza no son respetuosas y aceptamos la presencia de violencia en nuestras relaciones familiares, se puede decir que hemos dado un primer paso para el cambio: la aceptación. Este puede ser el inicio de un largo proceso de cambio para algunos. Para otros, es un paso hacia una consciencia de cambio inmediato.
Si has identificado formas violentas de relacionarte con tu familia y estás buscando un cambio en estas reacciones, puedes probar distintas estrategias o herramientas para lograrlo. Es un reto personal obligado si deseamos que nuestras hijas o hijos tengan una vida exitosa y feliz. El vínculo con nuestros hijos debe ser la prioridad.
La primera herramienta, por lo tanto, es hacer consciencia de este descontrol emocional y comprender que tiene una o múltiples causas; esta consciencia será la base para resolverlo de la mejor manera posible.
A continuación, se presentan estrategias básicas para control de enojo o la ira:
1) Identificar. Es necesario aprender a reconocer las señales del enojo e identificar esta emoción en el momento que aparece. ¿Qué lo detonó? ¿Por qué siento que esa circunstancia o persona específica me la detonó? ¿Cómo se sintió mi cuerpo? ¿Del uno al diez, qué tan enojado me sentí? Esto permite intervenir antes de que el enojo se salga de control y se apodere de las situaciones.
2) Anticipar situaciones. Al identificar las situaciones que generan el enojo, puedo estar preparado de una manera más consciente, tratando de controlar las reacciones automáticas que llego a tener. Es necesario reflexionar sobre las situaciones e imaginar si puedo tener otro tipo de respuesta más asertiva. Podemos estar listos mentalmente para las situaciones que normalmente desencadenan el enojo, preparado con acciones alternativas que podemos tener. Es importante saber que hay momentos que detonan el enojo y que puedo prepararme mejor para esos momentos.
3) Reconocer cómo me siento hacia mi vida. Realizar un autoanálisis emocional (mis necesidades, insatisfacciones personales, de pareja y de amistades, situación laboral, etc.) te puede ayudar a identificar tu estado general para mejorar tu expresión; resolver problemas y animarte a hacer cambios de vida que te den mayores estados de tranquilidad, plenitud y satisfacción. De esta forma, no será necesario descargar estados negativos con los demás.
4) Desarrollar habilidades de comunicación asertiva. Aprende y practica formas claras y respetuosas de expresar tus sentimientos, ideas y necesidades, sin recurrir a la agresión verbal o física. En muchos casos, no nos enseñaron en la familia a expresar adecuadamente lo que sentimos y hemos seguido patrones nocivos de comunicación. La asertividad es una herramienta valiosa para mejorar nuestras relaciones interpersonales.
5) Hacer pausas para tomar distancia de las situaciones. Cuando identifiques que estás empezando a enojarte y que la emoción está creciendo, tómate un tiempo para respirar profundamente, si es posible también aléjate un momento de la situación o cuenta lentamente hasta diez. Esto permite darte tiempo para responder de forma más adecuada y asertiva, sin lastimar a quienes más quieres.
6) Practicar la empatía (entender a las personas y las situaciones). Una parte importante de lograr el control de enojo es reconocer a los demás como personas que sienten y piensan distinto a mí, logrando entender y aceptar que nadie tiene “la verdad” o “la razón”. Cada persona tiene una historia personal, una personalidad única y un momento su desarrollo particular. Los hijos van pasando por etapas de vida que implican reacciones naturales del organismo, aunado a sus características genéticas y a lo que nosotros mismos les hemos enseñado. Intenta ponerte en el lugar de tu hijo para comprender sus sentimientos y perspectiva. También puedes recordar cómo eras a su edad. Esto puede ayudarte a manejar tu enojo con compasión y comprensión.
7) Establecer límites claros. Define expectativas y reglas claras para el comportamiento inaceptable, haciéndolo de manera calmada y firme, sin castigo físico ni verbal. Puedes establecer consecuencias claras que sean congruentes con el comportamiento inaceptable de tu hijo o hija. Si enseñas estos límites con asertividad tendrás menos razones para enojarte.
8) Descargar enojos de forma sana. Si es difícil cambiar algunas situaciones que sabes que te enojan o aún es difícil evitar el enojo, es necesario aprender a expresar el enojo de forma saludable para nosotros mismos y para los demás. Algunas opciones son: una caminata rápida, platicar con una persona de confianza, seguir buscando la solución al problema, escribir los pensamientos, practicar un deporte liberador, etc. Hay diversas formas de desahogar los enojos. Algunos enojos antiguos o constantes requieren de una orientación o apoyo profesional (terapia psicológica).
9) Compromiso con el cambio. Reconoce que controlar el enojo es un proceso continuo que requiere práctica y dedicación. Establece metas realistas y comprométete contigo a trabajar en tus habilidades de manejo del enojo para crear un ambiente familiar más saludable y feliz. Es un compromiso para ti y para tu familia.
10) Buscar apoyo profesional. Si sientes que tu enojo está fuera de control o si te resulta difícil manejarlo por ti mismo, considera buscar la ayuda de un psicoterapeuta o consejero especializado en manejo de enojo y relaciones familiares.
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